La hacienda que guarda secretos de las primeras civilizaciones

María Alejandra Beltrán (Pasante) | La Prensa Táchira.- La Hacienda Paramillo, lugar que hoy es conocido por ser la sala de exposiciones del Museo del Táchira mantiene una gran importancia histórica, por ser uno de los patrimonios más antiguos en la ciudad de San Cristóbal.

Sus orígenes están divididos en dos versiones. Ambas concuerdan en que el terreno perteneció a los padres Agustinos; sin embargo, según el excronista de San Cristóbal, Dr. J.J. Villamizar, ellos adquirieron el lugar en el año 1593 funcionando durante dos siglos como un convento-escuela, con el objetivo de educar y evangelizar. 

Además, utilizaban los alrededores para la cría de ganado y la agricultura. Los fondos obtenidos por este trabajo eran destinados a la educación y a los 17 frailes doctrineros de la época.

Ahora bien, según el historiador Walter Márquez, los inicios de la hacienda se remontan en 1750, que al igual que en la versión anterior funcionó como un convento-escuela, hasta que en 1794 fue cerrado por órdenes de Juan Bautista Gonzáles en consecuencia a la falta de matrícula religiosa y la insuficiencia de rentas. 

Todos los bienes inmuebles de los padres Agustinos se destinaron a rentas educacionales, hasta que en los inicios de la Gran Colombia la Hacienda Paramillo fue confiscada por el Congreso de Cúcuta en 1821 y traspasada a la Jurisdicción del Concejo Municipal de San Cristóbal. 

Después de algunos años, el patrimonio fue cedido a la Universidad de Los Andes, quienes utilizando los terrenos para la producción agrícola sufragaban algunos gastos institucionales.

Posteriormente, la hacienda pasó a varias manos de particulares desde 1829 hasta que en 1977 la adquiere la gobernación del estado por un acuerdo ocurrido años atrás, de comprar parte de los terrenos aledaños con la opción a la adquisición de la propiedad completa 20 años después.

Debido a que el caso llegó a la Contraloría General de la República y ante la voluntad de la gobernación de comprar ese patrimonio 10 años antes, se procede a forzar la ejecución de la venta en el tiempo mencionado.

El museo 

De acuerdo a la decisión tomada en 1977, la gobernación del estado adquiere la Hacienda Paramillo para sede del Museo del Táchira que por motivos de restauración de infraestructura fue inaugurada en 1984. 

En años posteriores, se terminó la reconstrucción de la hacienda, permitiendo la ampliación del circuito de exposición de seis salas a diez, y se efectuó la reapertura del Museo del Táchira en junio de 1991. Durante la misma fecha se otorgaron los recursos para la construcción de un edificio anexo que duró 16 años para su culminación y en el 2007 fue inaugurado. 

En este edificio funcionan las áreas administrativas, laboratorios arqueológicos, ciencias naturales y depósitos; sin embargo, la Hacienda Paramillo sigue siendo el epicentro del museo hasta la presente fecha. En la actualidad Todo el circuito de infraestructura del Museo del Táchira estuvo en abandono durante 10 años aproximadamente, situación que se ha solventado desde el año pasado, enfocándose en arreglar como prioridad la Hacienda Paramillo y posteriormente el edificio con otras áreas internas y zonas verdes. 

Es de resaltar que las zonas verdes han sido una de las áreas más difíciles de mantener por falta de personal encargado para realizar las respectivas limpiezas en su debido tiempo.

Las oficinas pertenecientes a la administración, laboratorios arqueológicos, ciencias naturales y depósitos se han visto afectados por la humedad y goteras en el techo, situación que se está tratando de solucionar prontamente, según Anderson Jaimes, director del museo.

La Hacienda Paramillo o también llamada La Casona es el lugar en donde se encuentran las salas de orientación general del circuito arqueológico humano, salas de arqueología regional, Historia del Táchira y cultura tradicional.

Actualmente es el área disponible al público y aunque permanece abierto de lunes a viernes todo el día, se ha empleado la modalidad de citas grupales con previo aviso y bajo reservas. 

Esto se debe a la falta de personal que no pasa de diez personas aproximadamente; sin embargo, como las visitas no son tan frecuentes no se han visto afectados por esto.

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