Redacción | La Prensa Táchira.- "Si matas a mi esposo te daré dos mil bolívares y si te apresan por el hecho, te sacaré de la cárcel". Con estas palabras convenció Benedicta Pérez a su amante, Tomás Ramón Cacique, de asesinar a su esposo aquella noche del 28 de julio de 1956.
El hecho ocurrido en el sector Madre Juana, distrito San Cristóbal, mantuvo en vilo al Táchira por más de 20 días y estremeció a más de uno cuando los funcionarios policiales descubrieron que tras el macabro crimen estaba la mujer que por más de 15 años había compartido su lecho.
Consternada y con un llanto fingido se mostró Benedicta aquel sábado por la noche, cuando halló a su marido bañado en sangre en la habitación que compartían.
Nadie imaginó que estaban frente a una gran actriz. La malévola mujer mandó a matar a su marido porque se sentía desesperada por el supuesto trato que este le daba, jamás pensó que su plan sería descubierto y que terminaría tras las rejas en compañía de su amante.
Las inconsistencias en sus declaraciones, además de algunas pistas, llevaron a los detectives a los autores del crimen, quienes finalmente terminaron confesando el asesinato.
El plan
Cansada de la supuesta mala vida que le daba su marido, Benedicta Pérez, de 33 años de edad, emprende un amorío con un antiguo obrero del cultivo de flores que tenía su esposo, Luis Miguel Rondón. Tomás Ramón Cacique, de 26 años de edad, era un hombre alto, moreno y de pelo lacio que aprovechó la ocasión para meterse en la cama con la mujer de su jefe.
Sin la más mínima sospecha del amorío, pasan los días en la casa de Luis Miguel Rondón en el sector Madre Juana. Luis Miguel y Benedicta tenían 15 años de casados, del matrimonio nacieron tres niñas. Para Luis Miguel su matrimonio es normal, para Benedicta ya no lo es. Desde hacía varios meses venía pensando en deshacerse de su marido, pues aseguraba que le daba mala vida y estaba tan desesperada que la única salida que tenía era matarlo, pero ella nunca se atrevería, así que tendría que pedírselo a alguien.
Es así como comparte su macabra idea con su amante. Pero Tomás ignoró su propuesta una y otra vez. La mujer al ver que su propuesta no es tomada en cuenta sigue insistiendo, hasta el punto de llamarlo cobarde por negarse. El sábado 28 de julio, Benedicta espera a Tomás muy temprano, y allí a las puertas de su habitación lo vuelve a enfrentar. Y tras mostrarle sus argumentos, finalmente doblegó su voluntad y lo convenció de cometer el crimen.
Es en este momento cuando cierran el macabro pacto y Benedicta le citó a las 10 y media de la noche para contarle con lujo de detalles cuál sería el plan a ejecutar. Transcurrió una jornada normal de trabajo y al llegar la hora fijada, los amantes se encuentran y Benedicta comienza a contarle el plan.
La hora de muerte sería esa misma noche, ella dejaría a su esposo dormido y la puerta de la habitación abierta y saldría con sus tres hijas hacia los cultivos de flores para verificar algunos detalles y este sería el momento perfecto para el homicidio. "Cuando veas la luz de una linterna en la pendiente, significa que es la hora de subir a casa, mi marido estará durmiendo. Mis hijas estarán conmigo, los perros estarán en la tolva, tú subirás por la cocina y lo demás será tu trabajo", ordenó Benedicta.
Es así como el futuro homicida se dispuso a esconderse tras un matorral para esperar la señal de la mujer y así poder ingresar a la vivienda y cumplir con la tarea encomendada. Esperó sólo unos minutos y pudo ver a lo lejos la luz de la linterna que le avisaba el momento de ingresar a la casa. En el camino se consiguió con el arma homicida que había sido dejada por la mujer, un martillo nuevo que Tomás recogió para luego seguir el camino que le llevaría a la casa y a su víctima.
No hay duda de que la mujer había dejado todo preparado en el camino de Tomás para que este pudiera ejecutar su crimen sin contratiempos. Incluso, Benedicta había preparado un té de manzana a su marido para que pudiera conciliar el sueño. Tras verlo dormir, se dispuso a salir de su cuarto, dejó la puerta abierta y se marchó con sus hijas hacia los cultivos.
El crimen
Tomás Cacique entró a la cocina y vio la puerta de la habitación principal abierta. Vaciló por unos minutos, y finalmente decidió entrar. La oscuridad y el nerviosismo lo hicieron tropezar con un catre, así que guardó silencio unos segundos, pero oyó la respiración de su patrón, quien dormía profundamente. Pero cuando se va acercando a la víctima, este se despierta y se sienta en la cama y dice "hola, ¿Quién es?". Tomás sin pensarlo ni un segundo colocó su mano izquierda sobre el pecho de Luis Miguel y le propinó un fuerte martillazo en la frente. El hombre cayó sobre la cama dando un fuerte quejido y Tomás aprovechó para darle dos martillazos más.
El hombre puede ver a su víctima cubierta de sangre sobre la cama y supo que su tarea había sido cumplida. Es allí cuando decidió emprender una veloz carrera, sus pasos eran vacilantes y torpes. En medio de su carrera, ve a Benedicta que ya venía de regreso con sus dos hijas, entonces decide tomar un camino diferente.
El asustado homicida tomó una vía que conducía a una quebrada y allí finalmente decidió deshacerse del martillo. También optó por quitarse su franela y sus alpargatas y echarlas al río porque tenían manchas de sangre y buscaba deshacerse de toda la evidencia que pudiera relacionarlo con el crimen.
De esta forma llegó a su casa y preso de los nervios se dispuso a dormir, pero no lo logró. Durante su interrogatorio, Tomás confesó que toda la noche fue una cruel pesadilla. No pudo conciliar el sueño, toda la noche pensó en lo que había hecho y cómo lo había hecho. Y en cuanto amaneció, trató de mantener la calma y fingir tranquilidad para evitar levantar sospechas entre sus vecinos. Es así como salió de su habitación y fue a la bodega a comprarse unas nuevas alpargatas. Es allí donde el dueño del local le cuenta que la noche anterior habían asesinado a su patrón.
Tomás fingió sorpresa y aseguró al comerciante que lamentaba mucho la muerte de Luis Miguel Rondón, porque siempre había sido un hombre muy bueno. El homicida regresó a su vivienda con los mismos nervios y horas después recibe una Comisión de Seguridad Nacional que le interrogó sobre lo sucedido, este logró despistarlos, pero no por mucho tiempo.
Algunas inconsistencias en sus declaraciones obligan a los detectives a regresar para llevárselo hasta la sede policial en calidad de detenido.
La actuación
Cuando Benedicta regresa a casa esa noche del crimen se encontró con el cuerpo de su marido ensangrentado y comenzó su magistral actuación. En medio del llanto recibió a las autoridades policiales y les contó lo ocurrido. Abrazada de sus tres hijas rogó a los funcionarios que encontraran al asesino de su esposo y ahogada en llanto mostró su falsa desesperación.
La acongojada mujer logró fingir por varias horas. Sus hijas inocentes del mal que había hecho su madre, lloraban inconsolablemente la muerte de su padre. No imaginaban que había sido su madre, quien había fraguado todo el malévolo plan. Los medios y las autoridades la colocan como víctima y la miran con gran tristeza, pues su papel había sido muy convincente. De esta forma es que logra despistar a los funcionarios de Seguridad Nacional, quienes van recogiendo pistas y recopilando declaraciones.
Durante las primeras horas, luego del asesinato, los uniformados no tienen nada en sus manos. Primero pensaron que el hombre pudo haber sido asesinado por un antiguo obrero, con quien tuvo rencillas. También piensan que pudo haber sido asesinado por cuestiones pasionales, quizás estaba metido en problemas de faldas y su esposa no lo sabía. En ese momento las autoridades estaban desconcertadas, no sabían qué pensar ni qué pistas seguir, pero pasadas algunas horas y tras hablar con algunos testigos y algunos obreros, empezaron a atar cabos.
Confesiones
En la mañana del domingo, tras hablar con Tomás Cacique, la Policía nota las primeras inconsistencias. Si bien en un primer momento dejaron al hombre tranquilo. Decidieron descartar el antiguo obrero y comenzaron a pensar en Tomás como el sospechoso principal. Entonces, la tarde de ese mismo domingo, tan sólo unas horas después del crimen decidieron detenerlo.
Lo sometieron a un extenso interrogatorio y tras varias preguntas, terminaron por obtener su confesión. Descubrieron a tan sólo unas horas del crimen que Tomás era el autor material, pero aún no sabían por qué lo había hecho. Entonces, empiezan a revisar las pistas y deciden traerse nuevamente a la esposa de la víctima a declarar.
Benedicta aún mostrando su tristeza, fue interrogada por varias horas por los detectives. Tras una extensa sesión de preguntas, los detectives de la Brigada de Homicidios de la Seguridad Nacional terminaron por conseguir la confesión de la mujer. Sin la menor señal de arrepentimiento, Benedicta Pérez comenzó a contar cómo fraguó su plan para sacar de su vida a su marido, luego de que este le diera mala vida por largos años. "Era tanta mi desesperación por la mala vida que me daba Luis Miguel Rondón que decidí proponerle a Tomás Ramón Cacique que asesinara a mi marido", dijo la mujer durante su confesión.
Pero además de ello, también contó con detalle cómo le insistió a Tomás, su amante, para que matara a su esposo. Dijo que la decisión de matarlo la había tomado hace mucho tiempo, pero no se había atrevido hacerlo y mucho menos proponérselo a alguien, hasta que supo que Tomás podría hacerlo. Aunque se había negado en repetidas ocasiones, sabía que en algún momento iba a ceder y así fue. Tomás Cacique también confesó su participación en el crimen, reveló cómo siguiendo órdenes de la mujer entró a la casa y asesinó a su patrón. Y todo lo hizo por dinero, pues ella había acordado pagarle dos mil bolívares y en caso de que cayera preso, le había prometido ayudarlo a salir, pero ninguna de las promesas fue cumplida. No hubo dinero ni libertad.
El crimen del florista de Madre Juana fue resuelto en 96 horas, y en ese mismo tiempo las autoridades policiales lograron recrear los hechos, llevaron a los dos homicidas a la vivienda en Madre Juana, donde escenificaron el crimen.
De esta forma pudieron mostrar cómo habían ocurrido los hechos esa noche del 28 de julio. Las víctimas reales de esta tragedia ocurrida en el Táchira hace más de 66 años fueron las tres niñas, quienes en una sola noche perdieron a sus padres.
Su madre asesinó a su padre y lo hizo de la forma más cruel posible y luego fingió junto a ellas un dolor que no sentía. A las tres niñas les fue afectado su presente y su futuro, su madre nunca pensó en el daño que les causaba.
Ambos criminales esperaban su condena.
Los datos y fotos de esta historia fueron tomadas de la Hemeroteca Estadal "Pedro Pablo Paredes", ubicada en el antiguo Alberto Adriani en San Cristóbal.
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