Ariana Moreno | La Prensa del Táchira.- La madrugada del 6 de agosto, la comunidad de Rancho Grande, ubicada en el municipio Torbes, sufrió una de las peores afectaciones por lluvias de los últimos años. Erika Labrador cuenta cómo ese sábado ella y su familia se encontraban dentro de la vivienda, cuando fueron sorprendidos por el estruendo de piedras y tierra cayendo sobre su techo. En tan sólo segundos, vieron cómo la parte posterior de su vivienda fue completamente tapiada provocando la pérdida de varios objetos de valor, entre ellos vehículos, herramientas de trabajo y maquinaria.
Además, gran parte del techo de zinc de la vivienda fue destruido a raíz de este deslizamiento. Erika y su familia no son los únicos afectados, puesto que más de 15 viviendas sufrieron daños en su estructura y actualmente se encuentran en peligro de convertirse en ruinas si el talud ubicado en la parte posterior de estas casas sigue derrumbándose.
Ayuda
Erika Labrador afirma que se encuentra agradecida con los funcionarios de Protección Civil, quienes ante una llamada de auxilio se presentaron ese sábado en la comunidad junto a una cuadrilla para ayudarlos a limpiar y despejar el área afectada.
Sin embargo, necesitan una pronta solución ya que temen perder sus casas e incluso sus vidas. Los vecinos aseguran que aunque la Alcaldía del municipio Torbes ha mostrado interés por ayudarlos, actualmente este organismo no cuenta con los recursos necesarios para solventar esta grave problemática.
De este modo, la habitante Yamiley Contreras pide al gobierno regional abocarse a la comunidad para la construcción de un muro de contención de estas laderas, ya que afirma que en ese sector residen muchos niños y diariamente viven con la preocupación de que ante una nueva tempestad pueda pasarles algo.
Ante esta situación, algunos vecinos han tenido que abandonar sus viviendas y otros los que no tienen dónde irintentan seguir sacando el barro y los restos para poder seguir habitando estas casas.
Cosechas perdidas
Rancho Grande es un sector conocido por producir alimentos agrícolas para su consumo y para ser exportados a zonas urbanas como Táriba y San Cristóbal para su posterior venta.
Sin embargo, a raíz de las fuertes lluvias los agricultores han tenido pérdidas significativas en sus cosechas, lo que ha producido gran preocupación ya que gran parte de la población de esta comunidad vive de la siembra de productos como yuca, aguacate, maíz, parchita, plátano y limón.
El señor Damián Guerrero fue una de las personas más afectadas, puesto que las lluvias y los deslizamientos dañaron gran parte del terreno que usa para la siembra.
Asimismo, algunas zonas de este sector se encuentran incomunicadas ya que las lluvias mantienen las calles anegadas y traen consigo barro y escombros que deben ser retirados por los mismos habitantes para poder transitar.
Fallas en servicios
Además de las lluvias, los habitantes se encuentran preocupados por las fallas e inexistencia de los servicios básicos. Diariamente presentan deficiencias en el suministro de energía eléctrica y para surtirse de agua potable tuvieron que crear una red de abastecimiento desde tanques y nacientes.
María Cañas, habitante de este sector, afirma que hay varias nacientes que surten de agua a los vecinos. Manifiesta que dentro de su propiedad está una naciente que beneficia a varios vecinos y el resto usa tanques para recolectar este líquido, ya que no poseen suministro de agua potable desde hace muchos años.
La lugareña Mariana Ramírez expresa que la falta de agua ha afectado la tranquilidad de los vecinos, ya que tienen que estar cuidando que las mangueras no se dañen por el tránsito de las personas, ya que están expuestas en plena calle.
Sin transporte
Aunado a esto, los residentes no cuentan con transporte público por lo que deben caminar unos 500 metros, hasta o desde el puente de hierro de Vega de Aza para lograr agarrar la línea Rómulo Gallegos o la Unión de Transporte El Corozo.
Asimismo, Mariana Ramírez manifiesta que esta falla en los servicios demuestra el abandono en que se encuentran actualmente. Además de los problemas que enfrentan por el agua y del transporte, el aseo no llega a esta comunidad por lo que las personas deben quemar la basura o caminar hasta las zonas más pobladas donde sí llega el camión de la basura una vez a la semana.
Pasarela colgante en peligro
Dentro del sector existe una pasarela colgante que enlaza a la comunidad de Rancho Grande con la finca El Progreso, el cual está a punto de colapsar debido al deterioro y falta de mantenimiento. Esta pasarela significa el único medio de acceso para los residentes y trabajadores de esta finca, quienes diariamente transitan por allí a pie y en motos.
Según Ana Isabel Zambrano, hace aproximadamente 10 años el gobierno regional planteó la creación de un puente para el tránsito de carros y motos; sin embargo, este proyecto propuesto durante la gestión del exgobernador, Vielma Mora nunca fue culminado. Hasta la fecha, sólo se pudo erigir un muro que sería la base del puente, a pesar de que la comunidad ha solicitado la continuación de esta estructura, las súplicas parecen no ser escuchadas.
Mientras tanto, los habitantes temen que en cualquier momento queden completamente incomunicados, puesto que cada vez se hace más riesgoso el paso.
Los terrenos están siendo arrastrados por la quebrada
Eulalia del Carmen Azuaje, quien vive a tan sólo metros del margen de la quebrada, confiesa su angustia cada vez que crece La Chaucha. Esta habitante asegura que desde hace años cada día este afluente ha ido comiendo gran parte de los terrenos, por lo que una de las viviendas que estaba construida a la orilla tuvo que ser derribada por el peligro que enfrentaba.
Azuaje manifiesta que la quebrada le ha causado varios sustos. El último, hace aproximadamente un mes, le dejó un sabor amargo ya que a raíz de las fuertes lluvias y la crecida del agua arrastraron varios árboles que cayeron sobre su casa provocando grandes daños. El techo de su vivienda fue destruido por completo y parte del espacio que usan para cocinar a leña también se vio afectado.
Esta habitante dice dormir preocupada, ya que teme que durante una fuerte precipitación lo que queda de sus pertenencias terminen de ser arrastradas. Asimismo, parte de la carretera ha sido devastada y los habitantes que tienen vehículos deben esperar por varias horas a que baje el cauce de la quebrada para poder cruzarla.
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