La situación de conflicto del gobierno de Rusia contra el de Ucrania, ha plantado sobre el césped lo débil en que se encuentran las naciones que no tienen armamento para defensa de sus territorios y ciudadanos. Las extravagancias de mandatarios cegados por la arrogancia, y el entorno de adulantes que se arrastran para colocar la alfombra en aras de mantenerse en un cargo que les permita tener privilegios, lleva a causar daño y destrucción ante los indefensos jurídicos. La humanidad se estira y encoge ante los episodios que se presentan. Apoyos, o no, se dejan ver nerviosos, tímidos ante el prepotente autócrata. La arena se mueve al primer insulto, y comienzan a aparecer los pronunciamientos de funcionarios de jerarquía para salvar responsabilidades ante la masacre de ciudadanos. Los artículos de los acuerdos, o los vetos de interesados en la masacre, son más importantes que la vida de inocentes.
La repartición del mundo tiene esa norma. La anexión de los territorios y la supervivencia de las personas está signada a la voracidad del gobernante (colonización con otro nombre). Las potencias (secuestran el conocimiento de avanzada, y controlan la tecnología) siguen atropellando al resto del mundo. La estrategia de mantener de rodillas a los ciudadanos de las naciones tiene que ver con la cultura totalitaria, sectaria, anacrónica, pero que ve luces en el acuerdo vulgar del reparto con quienes dicen representar intereses de los pueblos, para la sana convivencia y desarrollo. Es falso que los seres humanos son sujetos para esa clase de gobernante; el trato es de objetos, simples despojos. Tanquetas pasando por encima de vehículo conducido por civil evidencia la degradación a la que está llegando la especie humana. El terror se impone según el propósito pretendido por los gobernantes de turno. El cambio acariciado por unos, es atropellado vilmente por los que añoran tiempos de muerte y miseria porque desean ser recordados como los poderosos miserables del sigo XXI, superiores en sus desmanes hacia la dignidad humana, a los que les antecedieron en los siglos XIX y XX.
David contra Goliat; ángeles y demonios; guerra en nombre de la paz; cualquiera sea el anuncio publicitario mostrado, la verdad de los acontecimientos tienen que ver con el control de espacios y sus riquezas naturales. La producción de armas tiene a la industria colapsada, y hay que reactivarla. El momento propicio para probar sus últimos descubrimientos tecnológicos, y aplicar el exterminio, tiene como alcance a los pendejos. Pareciera hay grupo de gobernantes que se siente poderoso, con propósito de liquidar el sistema de libertades. Asumen ser dueños de las personas y apuntan a la esclavitud, pero deben derribar antes las barreras de los Derechos Humanos (DDHH), los alcances de la propiedad privada, y el libre pensamiento.
El camino que les queda a los ciudadanos de cada nación es el de la resistencia; pero también el de revisar con profundidad la clase de dirigente que se está seleccionando para dirigir los destinos de una nación. Allí se han cometido errores a granel, y al asumir la propaganda como valida, el mañana es incierto. De eso viven los amantes de la guerra.
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