El actual esquema de organización política nacional, ha demostrado fehacientemente que no ha sido lo suficientemente efectivo, para restarle poder al régimen dominante, que a lo largo de todos estos años ha conformado una poderosa coalición a expensas de la autonomía de los poderes. En tal sentido, no se han creado o modificado objetivos que encaucen la lucha político- electoral; la dirigencia política debe sacudirse de su propio circulo de intereses y llevar adelante acciones políticas y electorales con otros sectores democráticos de la vida republicana, ya no bajo el esquema de un jefe único como lo practica un sector de la oposición o bajo el formato de una coalición de partidos, como lo hace otro, sin producir cambios eficaces al respecto y por tanto, no obtenerse resultados satisfactorios en esa larga confrontación política.
Este largo trajinar político, sin afectar el poder del régimen dominante, hace necesario para la oposición democrática en general, organizar un conjunto de instituciones de distinta índole, de manera ordenada para que actúen de manera coordinada en la arena política-electoral, con metas y objetivos claros a corto y mediano plazo, que les permitan lograr cohesión y transparencia, a lo largo de los períodos legales que llevan a la alternabilidad gubernativa. La gente está cansada de sinsabores, se requiere con prontitud resultados, mejor dicho, buenos resultados y para ello resulta conveniente sacudir y desestimar el actual esquema de organización, por otro que prevea planes de acción para el nuevo año, así como papeles coprotagónicos de instituciones de la sociedad civil y política, mediante una normativa de compromiso que los interrelacione.
Toda coordinación política estratégica, debe contar con planes de acción política y electoral, para que en el devenir del tiempo, puedan desarrollar procesos, como la planificación, diseño, ejecución, supervisión y control, de las actividades que se puedan programar, visibilizando para todos los integrantes de ese sistema de interrelaciones, las estrategias que progresivamente se pudieran ir estableciendo, aún en los años en que no hayan elecciones de ningún tipo, pues su implementación deben ser acordes con las circunstancias y de manera cambiante. Se quiere decir con esto que, no es posible que la única estrategia sea participar en elecciones, aunque no se tenga cohesión política. Se hace necesario entonces, fortalecer los liderazgos dentro de las instituciones que conformarían esa coordinación estratégica, pues gozarán sin duda de legitimidad.
La mencionada coordinación política estratégica nacional, debe entender que una de sus primeras acciones, será de la fomentar o promover, relaciones horizontales en el trato, entre sus distintos componentes políticos y técnicos tanto en lo institucional como en lo personal, a fin de que las distintas propuestas de acción sean mejor entendidas por las distintas estructuras, y se dividan claramente las tareas a cumplir, sin mayores protagonismos o vanidades. De otra parte, la dirección colectiva de esa coordinación política nacional, sería rotativa; aunque si conjuntados en la consecución en lapsos de tiempo predeterminados y medibles, de los objetivos y metas propuestas, las que deberían ser previamente acordadas a través de las normas y acuerdos que se puedan lograr, para evitar la dispersión de esfuerzos o conductas divergentes.
En fin, esa coordinación política estratégica colegiada, implicaría un cierto poder de dirección, ante tanto vacío existente en tal sentido, lo que le permitiría establecer los medios y sistemas de interdependencia a aplicar entre sus distintos componentes, y evitar así confrontaciones como la que se mantiene en la actualidad entre facciones opositores por no tener medios idóneos para dirimir de manera cívica, si se votaba o no en las elecciones parlamentarias del 6 de diciembre de 2020 o si se autorizaba a la militancia de algunos partidos políticos a participar en ese proceso electoral. Es indispensable reactivar las relaciones políticas, que hagan posible la comunicación y la actividad política entre las plataformas partidistas, respetando cada una su propia autonomía, para que haya eficacia y compatibilidad en las acciones a realizar y tal vez, lograr así una verdadera unidad.
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