El río Torbes amenaza a 6 comunidades de la zona metropolitana

Holiancar Contreras | La Prensa del Táchira. -La falta de canalización y mantenimiento de uno de los principales caudales de San Cristóbal tiene en zozobra a vecinos

El punto de partida de este caudal se forma en La Chivata, donde el cauce se torna con más fuerza y comienza su recorrido por al menos 16 kilómetros de la ciudad, en los que están situadas estas comunidades.

A su paso ha formado deslizamientos y meandros, lo que en términos técnicos significaría curvas de río, que en algunos casos por la falta de canalización ha ocasionado socavamientos de calle y ha convertido en susceptible ciertos terrenos que no son habitables; sin embargo, ahí ya existen urbanismos que son amenazados.

Son cuatro las quebradas que conforman al Torbes, La Blanquita, La Carrera, El Toro y la Sapita nutren al caudal dando mayor cantidad de agua a su cauce. Alrededor de dos mil litros por segundo es lo que fluye por el río. 

Hace pocos días, las fuertes precipitaciones aumentaron su nivel hídrico ocasionando que se llevara a su paso parte del terreno que colinda con uno de los locales del sector Las Vegas de Táriba. 

Este incidente no es primera vez que ocurre. El Torbes ya se ha llevado la parte trasera de este mismo local varias veces, al igual que de las viviendas que se encuentran allí. 

Además, los habitantes de la zona comentan que al menos dos veces al año el río crece de tal magnitud que es una amenaza segura para sus casas y sus vidas.

Según expertos, el Torbes debería permanecer de 80 a 100 metros de distancia de los urbanismos, de modo que no corran riesgos; sin embargo, hay algunas comunidades que están a escasos dos metros del caudal. Tal es el caso de Barrio El Río y el sector La Playa, donde las viviendas se encuentran cercanas al cauce, socavando las bases y dejándolas prácticamente en el aire, sin obviar las veces que ya ha arrastrado enseres. 

En el sector Brisas, el agua del río ha convertido mucho más susceptible la tierra haciendo que sea aún más sensible ante la humedad, las casas están construidas en terrenos movedizos y están en constante amenaza. 

El Cucharo es un sector que está ubicado por la Troncal 5, se encuentra relativamente cerca del sector Quinimarí, que es el punto donde finaliza el río. 

Estas comunidades están muy cerca del caudal, sobre todo un pequeño y humilde sector llamado Sabaneta, específicamente en la calle Páez, donde hay casas que están a un paso del río donde sólo los separan piedras y tierra, pero sólo sobreviven con la esperanza de que algún día logren salir de allí.

La formación geológica del río Torbes es rojiza, esto se produce a raíz de los escarpes de tierra que lleva a su paso y que va arrastrando tierra de este mismo color, esta es la razón por la que se ve de esa manera.

Sin mantenimiento 

Alrededor de treinta años tiene sin mantenimiento este caudal, por lo que la canalización que algún día se hizo se fue perdiendo con el agua y el tiempo, eliminando cualquier tipo de protección que había para estas seis comunidades. Este mantenimiento es necesario para que perdure la canalización. 

En el aire

La avenida Antonio José de Sucre es una de las arterias viales más concurridas de San Cristóbal, por ser utilizada como entrada y salida de la ciudad. Desde hace tres años, advirtieron sobre el riesgo que existía en este punto ante el socavamiento que produjo el Torbes.

Justo en ese lugar se localiza un meandro o curva de río que acabó con la base de la avenida, dejándola en el aire. Para algunos expertos, esta avenida es "prestada" porque forma prácticamente parte del río. Advierten que en cualquier momento podría colapsar y desplomarse.

Se mantienen en riesgo permanente

Según Luis Chacón, jefe del Departamento de Gestión y Riesgo de Protección Civil Táchira, las comunidades que crecieron al margen del río Torbes, en medio de planizas inundables son zonas sensibles ante la cercanía con ríos, por lo que "cuando el río crece pone en riesgo estas viviendas, al poder llevarse enseres y dañar parte de las estructuras de las viviendas".

Asimismo, las construcciones aledañas al río no respetan los márgenes de seguridad y esto conlleva a que las probabilidades de afectación sean considerables. "Una de las razones por las que el río afecta, es la falta de canalización y en cada temporada de lluvia aumenta el nivel, arrastra sedimentación y socava; hace que el río se desvíe donde predomine más el agua", expresó.

Delineamiento del cauce

Canalizar el río sería la solución para disminuir índices de riesgos en las zonas afectadas

También aseguró que este tipo de trabajos se realizan con maquinaria pesada, específicamente retroexcavadoras de oruga, mejor conocidos como jumbos, y con tractores de este mismo tipo "se empieza retirando el material o sedimento que se encuentra acumulado en el eje central hacia las orillas, para darle más profundidad y un cierto desnivel desde el centro hacia los laterales que me permitan que el agua circule con normalidad y evite que se desborde", manifestó el ingeniero. 

Finalizó haciendo énfasis en que esto permitiría mayor circulación de agua que fluye por el río, aunque también hizo énfasis en que este tipo de trabajos ameritan mucha inversión monetaria para completarlos. 

Este tipo de trabajos son comparados con la canalización que se le realizó al río Guaire, donde a través de bolsacreto frena de cierto modo la velocidad que lleva el caudal y cantidad de agua, de modo que quede entre este objeto y no afecte los terrenos cercanos ni las viviendas. Esto evita los índices de riesgo y permite que el flujo de agua sea tranquilo, sin generar mayor angustia.

Con miedo e incertidumbre

Yesenia Ramos vive en el sector Sabaneta de El Cucharo desde hace varios años, su humilde casa hecha de zinc y unos cuantos palos está a casi dos metros del río. La parte trasera de su vivienda se encuentra prácticamente en el piso y siente temor cada vez que llueve y el río comienza a sonar. Se llena de nervios al pensar que el caudal se lleve lo poco que tiene, o le ocurra algo a su familia. 

"Cuando llueve para las cabeceras, el río se extiende y suena mucho, es horrible. Ya el mismo río me ha tumbado medio terreno y eso que tengo ahí es lo que queda, el miedo siempre está entre nosotros, pero algún día tendremos una casita mejor donde no corramos tanto riesgo", dijo Yesenia. 

La fetidez anuncia 

Al igual que ella, Ana Isabel García relata que cada vez que comienza a oler a fétido es señal de que el río bajará crecido poniendo en alerta a los habitantes del sector La Playa. "Cuando empieza a oler a putrefacto, a feo, es porque el río no tarda en bajar crecido y en efecto un ratico después comienzan a sonar piedras, palos, hasta basura; y cuando uno se asoma es porque baja a todo lo que da. Uno se llena de miedo a que algo vuelva a pasar, pero de la mano de Dios que no ocurra nada, porque llegamos al punto de acostumbrarnos a vivir con la zozobra por culpa del río y la canalización que le falta".

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