Agencias | La Prensa del Táchira.- Los tambores de San Juan en Naiguatá comenzaron a sonar a las 12 del mediodía. El ambiente era tenso. Se había terminado el rosario de la Novena que se reza previamente a San Juan Bautista, pero no se tenía la certeza de si se podrían tocar o no los tambores. La cuarentena por la pandemia de COVID?19 era un obstáculo evidente, que se acrecentó con la declaratoria de radicalización de la cuarentena, anunciada por el gobierno de Nicolás Maduro y en cuyo plan, estaba incluida Naiguatá.
Ya cerca de terminar la novena, algunos integrantes de la Cofradía de San juan en Naiguatá aseguraron que en reunión del Estado Mayor de Salud del estado Vargas, se había acordado otorgar un permiso para rendir tributo a la manifestación de religiosidad popular más importante de la costa venezolana. El permiso les permitía tocar tambores entre las 12 del mediodía y las 3:00 pm. Sería obligatorio el uso del tapaboca y el repique no incluiría el baile cadencioso, sino que debía cumplirse el distanciamiento social.
Los tambores comenzaron a tocar y las caderas a moverse. El tapabocas fue convertido en pañuelo o como adorno en el cuello. La gente se fue sumando y la víspera de los tambores de San Juan en Naiguatá comenzó a llamar a la gente, que sin temor a las amenazas de multa o detención o lo que es peor, a un posible contagio, seguía gritando que no se pare, a los tambores cumacos que sonaban en Pueblo Arriba.
"El problema es que estamos hablando de más de 300 años de tradición. Esto no se puede acabar de un día a otro. Pedimos organización, pero todas las decisiones se toman a última hora", analizó Félix Orlando Corro, integrante de la familia que custodia al San Juan Niño de Naiguatá.
En el pueblo varguense, los devotos de San Juan estaban disgustados. A ellos les aplicaban las medidas de la radicalización e la cuarentena, mientras que los tambores de San Antonio, el 13 de junio y los Diablos Danzantes de Naiguatá, si pudieron realizar su celebración.
En medio del jolgorio, el procurador de Vargas, Pedro Rodríguez y la Directora Única de Salud de Vargas, Yadira Castillo, enviaron audios a los grupos de WhatsAap de los consejos comunales de Naiguatá: en ellos les instaban a permanecer en sus casas, a respetar la cuarentena y a no unirse a los tambores, cuyo repique les llamaba.
Castillo fue contundente en el audio. Aseguró que en Naiguatá se han registrado cuatro casos las últimas semanas. Que se encuentran recluidos en la Ciudad Vacacional Los Caracas. Los casos se han reportado después de las celebraciones de manifestaciones culturales.
Sin embargo para algunos naiguatareños, el audio era solamente para "meter miedo". "Aquí no hay coronavirus. Y si hay coronavirus, San Juan nos protege", decía Juan Serrano, quien forma parte del equipo promotor de los tambores en la parroquia litoralense.
Tambores de Naiguatá empezaron a repicar a mediodía de este martes 23 de junio | Foto: Cortesía
Cuando el jolgorio parecía encenderse, el Secretario de Seguridad Ciudadana de Vargas, Andrés Goncalves, llegó a las 4:00 pm a Naiguatá con la Brigada de Orden Público. Los tambores fueron callados. Y si quieren repicar este 24 de junio, tendrá que ser en otros términos.
Los integrantes de la Cofradía de San Juan de Naiguatá, mientras tanto, ratificaron que realizarán una misa a puertas cerradas con la figura del santo. Al terminar la homilía, San Juan no recorrerá Naiguatá, sino que regresará a su altar en la casa de la familia Corro, donde los tambores le rendirán sus tributos. Amanecerá en San Juan para poder comprobar si volverá a armarse el jolgorio, a pesar de la cuarentena y las advertencias de coronavirus.
Información de El Pitazo
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