María Cárdenas | La Prensa del Táchira.- Veintinueve años han pasado, pero el recuerdo de un milagro permanece vivo en la familia Saturno Rizzuti. Para Estefanía Saturno aquel episodio en el Instituto Diagnóstico San Bernardino de Caracas, no solo fue una grave enfermedad, sino también el momento en que su fe se materializó en un milagro que desafió todos los pronósticos médicos y que hoy desde su hogar en el sur de Italia, revive con una devoción inquebrantable hacia el Santo José Gregorio Hernández.
La historia se remonta a cuando Estefanía tenía apenas ocho años. Una enfermedad repentina, meningitis aguda, sumió a su familia en la desesperanza. Los médicos fueron contundentes, las secuelas serían graves, afectando irremediablemente su vista, su cerebro y su desarrollo en general, un panorama desalentador.
En medio de la angustia, la familia Saturno encontró consuelo en una figura familiar y poderosa, el Dr. José Gregorio Hernández. "Mis papás siempre han creído mucho en José Gregorio". Su padre, médico de profesión, tenía una fe profunda en el "Médico de los Pobres", su madre, por su parte, siempre llevaba consigo una estampita del venerado médico venezolano.
Durante su estancia en el hospital, Estefanía recuerda haber despertado desorientada en la camilla. Fue entonces cuando vio a un hombre con la vestimenta característica del santo. Confundida, lo llamó ¿Doctor?, el hombre se volteó y con una tranquilidad que aún la conmueve le dijo "Ya estás bien", acto seguido Estefanía volvió a dormirse.
Al despertar nuevamente, ya en plena conciencia, habló con su madre. Le preguntó qué hacía en ese lugar y su madre le explicó lo enferma que estaba. Fue entonces cuando Estefanía con la inocencia de sus ocho años, contestó: "Pero el doctor ya me vio y me dijo que estaba bien". La sorpresa de su madre fue grande y sin dudarlo sacó la estampita de José Gregorio Hernández y le preguntó si ese era el médico que la había visitado. La respuesta de Estefanía fue afirmativa.
"Mi madre comenzó a llorar de la impresión", explicó. Los médicos al poco tiempo realizaron nuevos exámenes, el resultado fue motivo de alegría y asombro. Los análisis confirmaron que la niña no presentaba rastros de la meningitis aguda. Un hecho que los profesionales no pudieron explicar científicamente.
Una fe desde Italia hasta Venezuela
La devoción de Estefanía y sus padres hacia el "Médico de los Pobres" se fortaleció para siempre. Ella misma cuenta que su padre, siendo neurocirujano, tuvo varias experiencias que le atribuyó a la intercesión del santo.
Hoy a miles de kilómetros de Caracas, donde ocurrió el suceso, la fe de Estefanía permanece tan fuerte como el primer día. Su vida es un testimonio vivo de lo que millones de venezolanos creen.
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