Durante el mandato de Eustoquio Gómez Simón gozó de una posición de poder que le permitió cometer toda clase de atrocidades con total impunidad

Crédito: Karen Roa

Durante el mandato de Eustoquio Gómez, Simón gozó de una posición de poder que le permitió cometer toda clase de atrocidades con total impunidad

Simón Gómez: el jinete del terror que ensombreció al Táchira 

María Cárdenas | La Prensa del Táchira.- En la galería de personajes que forjaron la historia del Táchira, no todos ocupan un lugar de honor. Entre las sombras de la primera mitad del siglo XX emerge la figura siniestra de Simón Gómez, cuyo nombre se convirtió en sinónimo de terror durante la férrea presidencia de Eustoquio Gómez en el estado Táchira

Durante el mandato de Eustoquio Gómez (1914-1925), Simón gozó de una posición de poder que le permitió cometer toda clase de atrocidades con total impunidad. El historiador Ramón J. Velázquez describió cómo solo el nombre de Simón Gómez aterrorizaba a los ciudadanos, quienes temían al verlo mientras realizaba su cabalgata por la ciudad o sus patrullajes nocturnos, donde actuaba como juez, verdugo y depredador. 

El epicentro de gran parte de sus barbaridades, fue una casa ubicada en la carrera 10 con calle 6 de San Cristóbal. Según documentó el cronista Villamizar Molina, entre esas paredes Simón Gómez cometió innumerables actos bárbaros, asesinatos, violaciones y orgías durante sus macabras fiestas. El cronista aseguró que todas las mujeres temían caer en el ojo de Simón, ya que abusaba de ellas sin importar si eran casadas, viudas o solteras. Las denuncias ante Eustoquio eran inútiles, y el presidente simplemente se hacía de la vista gorda, ante los crímenes de su hermanastro. 

La crueldad de Simón Gómez no tuvo límites, tras el fracaso de un alzamiento militar en el cual rebeldes intentaron asesinar a Evaristo Gómez, Simón, conocido por su crueldad, decidió tomar una rotunda venganza. Tras capturar a dos de los implicados en el hecho, Gabriel Chacón y Francisco Gómez, ordenó que a ambos se les abriera un orificio en la mandíbula, se les atravesara ganchos de carnicero y se les colgara vivos de un árbol y, después de esto, fusilarlos. El atroz hecho es conocido como "Los Ahorcados de Pirineos", un suceso que quedó grabado con fuego en la memoria colectiva. 

Un final envuelto en misterio

Con la salida de Eustoquio Gómez del Táchira, Simón Gómez se desvaneció de la historia. Su rastro resurge brevemente en 1926, cuando desde Curazao, envió una carta a Juan Vicente Gómez; en un acto de cinismo o desesperación denunció la crueldad de Eustoquio, acusándolo de ser un hombre malvado que los había engañado para realizar actos sin el conocimiento de Juan Vicente, y alegó que por su culpa en el Táchira muchos habían perdido su afinidad con el "Gomecismo". Esto demuestra un distanciamiento marcado con su hermanastro, que sería nombrado presidente del estado Lara. 

Tras esta carta, Simón Gómez desapareció. De su muerte solo existen rumores, algunos señalan que murió en la pobreza absoluta, otros que enfermo y mendigando. Lo único claro es que el hombre que aterrorizó al Táchira por más de una década, desapareció sin dejar rastro.

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