Aquella construcción que pareciera nunca concluir pasa de dueño en dueño sin que nunca nada prospere

Crédito: Karen Roa

Aquella construcción que pareciera nunca concluir, pasa de dueño en dueño sin que nunca nada prospere

La casa en construcción y la energía siniestra que devora la cordura

María Cárdenas | La Prensa del Táchira.- En El Valle existe una casa que, si bien no es muy antigua, guarda oscuros secretos. El lugar que ha permanecido en construcción desde hace más de 20 años ha provocado misteriosas muertes. Vecinos aseguran que quienes pasan mucho tiempo en su interior terminan descendiendo a la locura. 

Luis era un joven obrero, tras pasar semanas buscando empleo, uno de los amigos de su padre lo contactó para ser ayudante en una obra. Lo primero que Luis notó al llegar era lo imponente de la construcción. Al parecer, la proyección era una casa de lujo, dos pisos inmensos con sótano incluido. A pesar de ser una obra muy ambiciosa, en el lugar solo se encontraban Andrés, el maestro de la obra, Jesús, el amigo de su padre y él. 

Los días transcurrieron sin incidentes; sin embargo, cuando parecía que avanzaban en la obra algo extraño sucedía, las máquinas dejaban de funcionar o se rompían, incluso una de las paredes que tanto les costó levantar presentaban grietas o imperfecciones, que el día anterior parecían no existir y debían tirarlas abajo y empezar desde cero. Andrés, el maestro de la obra, comenzó a desesperarse ante la situación. Lo habían contratado para avanzar la obra que llevaba detenida desde hace varios años, solo tenía las columnas y los suelos armados. Debido a que el hombre vivía en Santa Ana y la gran cantidad de trabajo que había, prefería pasar las noches en un pequeño cuarto improvisado en el sótano, para no desperdiciar tiempo.

Luis cuenta que Andrés se iba comportando cada vez más extraño, apenas e intercambiaba palabras con ellos y únicamente se limitaba a dar indicaciones. Una mañana Luis llegó más temprano de lo normal y bajó al sótano para avisar a Andrés sobre su llegada y lo encontró mirando fijamente una de las columnas, susurrando cosas incomprensibles. Una tarde un fuerte aguacero interrumpió el día de trabajo, una gran cantidad de agua se desbordó dentro de la casa, llevando consigo arena y pacas de cemento que quedaron inservibles, varias herramientas fueron arrastradas por el agua, algunas solo sufrieron daños y otras debieron ser desechadas.

Cuando la tormenta se convirtió en una suave brisa, Andrés que a pesar de la situación no parecía reaccionar, pagó la semana a Luis y Jesús, y los envió a casa. Al otro día, cuando llegaron, un fuerte hedor salió del sótano, al bajar, encontraron el cuerpo de Andrés repleto de moscas y en un terrible estado de descomposición. Su rostro reflejaba una trágica mueca que parecía una sonrisa siniestra. La policía se presentó en el lugar y tras hacer las averiguaciones concluyeron que su muerte había sido por causas naturales, pero no podían explicar el avanzado estado de descomposición del cuerpo, puesto que Luis y Jesús lo había visto el día anterior y por el estado del cadáver parecía que había pasado al menos tres o cuatro días.

El día del entierro de Andrés; Luis y Jesús presentaron sus respetos, allí se encontraron con otros obreros. Uno de ellos, el de más edad, comentó que aquella casa estaba maldita. Explicó que se había construido sobre un lugar que al parecer era adorado por los indígenas de Zorca y que en aquella tierra nada prosperaba porque se alimentaba del alma de los hombres.  

Años después Luis, aún impresionado por lo ocurrido, se enteró de que aquella construcción se había iniciado cerca del año 2000 y en su interior, maestros, obreros y vigilantes habían perdido la vida en extrañas circunstancias. Pero algo tenían en común, todas las víctimas en algún momento se obsesionaron con el lugar al punto de no querer abandonarlo y sus cuerpos siempre tenían una extraña mueca en donde no se podía descifrar si gritaban o reían.

Luis explicó que la muerte de Andrés sucedió hace más de una década; sin embargo, aún hoy en día, muertes extrañas han sucedido allí en aquella construcción que pareciera nunca concluir, pasa de dueño en dueño sin que nunca nada prospere. 

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